Teoría del Shock
Naomi Klein, aquella canadiense del mordaz libro ‘No logo’ (un manifiesto contra el poder de las supermarcas y la esclavitud del consumidor) ha publicado recientemente ‘La doctrina del shock’.
La bajada va aclarando el tema: el auge del capitalismo de desastre.
‘La doctrina del shock’ que todavía no está editado en castellano, es la historia no oficial del libre mercado. Las técnicas de sometimiento en la globalización.
Las técnicas antiguas de dominación usaban más palos que comida.
Palos que, aunque hirieron o mataron, siempre fueron impunes.
Hoy lo que funciona es la cultura del susto, del temor, del miedo.
Klein afirma en su flamante libro, que primero se trabajó para causar shock a enfermos o prisioneros para doblegarlos, domesticarlos e imprimir en ellos una nueva personalidad.
‘A través del shock, se fuerza a la gente a ser obediente’.
Su hipótesis plantea que hoy los shocks neoliberales se aplican a sociedades enteras, a países enteros.
Esto no es nuevo. Todo poder siempre trabajó sobre la base del miedo, de las amenazas.
Recuerdan cuando los medios nos decían que si se iba Cavallo caíamos todos tras él.
El día Cavallo partió, como debía ser, fue un día más.
Al fin y al cabo el cielo (o el infierno) está lleno de imprescindibles.
En nuestra zona toda vez que aparece un conflicto político o económico, al Chocón le aparece una grieta.
Se ve que estamos bastante mal, porque ahora el que se está agrientado es Yaciretá, y dicen que el agua llegaría a Buenos Aires con una altura de tres metros.
¿No era electroshock social el sistema de tortura aplicado en nuestro país por el régimen militar?
Esas políticas sin anestesia la aplicaron todas las dictaduras latinoamericanas, y lo aplicó Margaret Thacher en Inglaterra. Y lo aplicó EEUU en general.
La idea es que una matanza, un desastre natural o cualquier hecho conmocionante abre paso a la aplicación de la teoría del shock para domesticar a una sociedad a través del miedo o el terror.
De esta doctrina pueden formar los golpes de estado, la matanza Tiananmen en China, los atentados a la Torres Gemelas o los desastres naturales que cada vez son más cotidianos.
Son herramientas de shock para justificar la aplicación posterior de políticas económicas de privatización, depredación, concentración de la economía en pocas manos, desempleo, empobrecimiento y hambre a costa del sometimiento de sociedades enteras.
El libro comienza investigar los experimentos del CIA con la tortura por electroshock como forma de desesquematización de los detenidos.
Junto al libro viene un video que se puede ver en ‘www.youtube.com’ y buscar ‘Doctrina del Shock de Noamí Klein en castellano’. Está dirigida por el mexicano Alfonso Cuaron.
Se puede ver como militares entran a una vivienda, toman un hombre, lo golpean, le colocan una capucha negra, lo siguen golpeando, lo tiran al suelo. El hombre así disminuido escucha sin embargo, golpes de puertas, oye el llanto de su mujer a quien arrastran, sus niños que lloran.
(Más de lo que se ve, creo que les cuento que yo intepreto).
Tormentos para reducirlo, atontarlo.
Este método personal ahora es aplicable masivamente generando una dosis de miedo y parálisis con el fin de doblegar poblaciones completas de un país.
En el libro Kleim habla de Milton Friedman, fallecido en el 2006, y despedido pomposamente por EEUU y calificado como el Karl Marx del capitalismo.
Friedman fue consejero de Thatcher, de Nixon, de Reagan, de Busch, le dio clases a Donald Rumsfeld, fue asesor de Pinochet.
En suma, un hombre con una enorme influencia.
Fue el gran promotor de la Escuela de Economía de Chicago.
Para Friedman el único papel del estado era firmar contratos y proteger las fronteras, todo lo demás en un país debe ser manejado por el mercado: la educación, el correo, el agua, los parques nacionales, es decir todo aquello que da beneficio económico.
Esas ideas se han impuesto en los últimos 35 años. Así cayeron la Unión Soviética, Latinoamérica, África.
La historia oficial nos dice que esto ocurrió porque nosotros queríamos que así fuera.
Pregunta si éramos nosotros los que deseábamos que el Muro de Berlín se cayera, si es la gente la que exige tener un supermercado multinacional junto a su democracia.
La ideología era explicada por Margaret Thatcher diciendo ‘No hay alternativa’.
O Francis Fukuyama diciendo ‘La historia se terminó. Ahora capitalismo y libertad van de la mano’.
‘Capitalismo y libertad’ es el libro más famoso de Friedman.
Cuando con ayuda de EEUU los militares chilenos derrocaron el gobierno de Salvador Allende, recuerda Klein, lo que se puso en práctica fueron las ideas de Friedman.
Se secuestraba gente, se las llevaba al estadio, los tanques aterrorizaban las calles, noches con toques de queda; mientras un grupo de economistas chilenos, que habían sido totalmente becados por EEUU y llevados a la Universidad de Chicago, pusieron en marcha ‘El Ladrillo’ un documento que contenía el programa económico para Pinochet, quien lo tuvo en su mesa el 12 de septiembre de 1973.
Fue todo un programa ideológico, mientras el pueblo era paralelamente sometido.
Chile fue un laboratorio, un lugar de experimento.
Eso ningún gobierno lo puede hacer en EEUU porque no gana nunca más una elección.
Dice la autora que lo ocurrió con Chile, ahora pasa en Irak.
Ante una crisis manufacturada, la imposición posterior de una terapia de choque económico radical.
Si se produce un terremoto, primero se militariza la zona. Luego el estado no tiene fondos para construir las escuelas que derribó o deterioró la catástrofe, entonces aparecen empresas dispuesta a reconstruirla y la educación se privatiza a partir de ese momento.
Esto es no es coincidencia.
Cuando murió Pinochet se habló mal de las violaciones de los derechos humanos, pero se hacía incapie en que ‘la economía fue sensacional’.
Como si el libre mercado no hubiese entrado en Latinoamérica por vía de la represión, comenta Klein.
No se puede imponer aquello que la sociedad no quiere si no es a partir de un choque.
Choque corporal. Choque con la gente, choque económico. Todo por la fuerza.
Lo que Naomí Klein intenta contar en este libro es aquella ideología, que ahora ha dado un paso más, el de la violencia, el choque.
Durísimos golpes que deben usar para imponer políticas que son rechazadas por la mayoría de los pueblos.
Tanto el libro como el video, no se limitan sólo a la denuncia, al desarrollo y demostración de la teoría, sino que Klein propone como elemento de resistencia la información.
Saber lo que ocurre y cómo, para poder generar pensamiento y acción a favor de la vida.
Manuel Rivas, editorialista del diario ‘El país’ de Madrid, subraya que un gran estadista deja en herencia a su país un depósito de esperanza.
Aznar no fue un estadista ¿porqué su sombra sigue proyectándose?
Por su doctrinarismo shock.
Tenía el don genuino de popularizar el abismo, el desastre.
Termina con una broma que pinta la situación.
‘El café ¿va con shock o sin shock? pregunta el camarero.
‘Póngamelo sin café’.
Lo que tiene de malo esta doctrina es que la gente se acostumbra al shock.
Lo incorpora como si fuera algo natural.
Vuelvo a recordar la frase de Yupanqui ‘yo masco antes de tragar’.
La bajada va aclarando el tema: el auge del capitalismo de desastre.
‘La doctrina del shock’ que todavía no está editado en castellano, es la historia no oficial del libre mercado. Las técnicas de sometimiento en la globalización.
Las técnicas antiguas de dominación usaban más palos que comida.
Palos que, aunque hirieron o mataron, siempre fueron impunes.
Hoy lo que funciona es la cultura del susto, del temor, del miedo.
Klein afirma en su flamante libro, que primero se trabajó para causar shock a enfermos o prisioneros para doblegarlos, domesticarlos e imprimir en ellos una nueva personalidad.
‘A través del shock, se fuerza a la gente a ser obediente’.
Su hipótesis plantea que hoy los shocks neoliberales se aplican a sociedades enteras, a países enteros.
Esto no es nuevo. Todo poder siempre trabajó sobre la base del miedo, de las amenazas.
Recuerdan cuando los medios nos decían que si se iba Cavallo caíamos todos tras él.
El día Cavallo partió, como debía ser, fue un día más.
Al fin y al cabo el cielo (o el infierno) está lleno de imprescindibles.
En nuestra zona toda vez que aparece un conflicto político o económico, al Chocón le aparece una grieta.
Se ve que estamos bastante mal, porque ahora el que se está agrientado es Yaciretá, y dicen que el agua llegaría a Buenos Aires con una altura de tres metros.
¿No era electroshock social el sistema de tortura aplicado en nuestro país por el régimen militar?
Esas políticas sin anestesia la aplicaron todas las dictaduras latinoamericanas, y lo aplicó Margaret Thacher en Inglaterra. Y lo aplicó EEUU en general.
La idea es que una matanza, un desastre natural o cualquier hecho conmocionante abre paso a la aplicación de la teoría del shock para domesticar a una sociedad a través del miedo o el terror.
De esta doctrina pueden formar los golpes de estado, la matanza Tiananmen en China, los atentados a la Torres Gemelas o los desastres naturales que cada vez son más cotidianos.
Son herramientas de shock para justificar la aplicación posterior de políticas económicas de privatización, depredación, concentración de la economía en pocas manos, desempleo, empobrecimiento y hambre a costa del sometimiento de sociedades enteras.
El libro comienza investigar los experimentos del CIA con la tortura por electroshock como forma de desesquematización de los detenidos.
Junto al libro viene un video que se puede ver en ‘www.youtube.com’ y buscar ‘Doctrina del Shock de Noamí Klein en castellano’. Está dirigida por el mexicano Alfonso Cuaron.
Se puede ver como militares entran a una vivienda, toman un hombre, lo golpean, le colocan una capucha negra, lo siguen golpeando, lo tiran al suelo. El hombre así disminuido escucha sin embargo, golpes de puertas, oye el llanto de su mujer a quien arrastran, sus niños que lloran.
(Más de lo que se ve, creo que les cuento que yo intepreto).
Tormentos para reducirlo, atontarlo.
Este método personal ahora es aplicable masivamente generando una dosis de miedo y parálisis con el fin de doblegar poblaciones completas de un país.
En el libro Kleim habla de Milton Friedman, fallecido en el 2006, y despedido pomposamente por EEUU y calificado como el Karl Marx del capitalismo.
Friedman fue consejero de Thatcher, de Nixon, de Reagan, de Busch, le dio clases a Donald Rumsfeld, fue asesor de Pinochet.
En suma, un hombre con una enorme influencia.
Fue el gran promotor de la Escuela de Economía de Chicago.
Para Friedman el único papel del estado era firmar contratos y proteger las fronteras, todo lo demás en un país debe ser manejado por el mercado: la educación, el correo, el agua, los parques nacionales, es decir todo aquello que da beneficio económico.
Esas ideas se han impuesto en los últimos 35 años. Así cayeron la Unión Soviética, Latinoamérica, África.
La historia oficial nos dice que esto ocurrió porque nosotros queríamos que así fuera.
Pregunta si éramos nosotros los que deseábamos que el Muro de Berlín se cayera, si es la gente la que exige tener un supermercado multinacional junto a su democracia.
La ideología era explicada por Margaret Thatcher diciendo ‘No hay alternativa’.
O Francis Fukuyama diciendo ‘La historia se terminó. Ahora capitalismo y libertad van de la mano’.
‘Capitalismo y libertad’ es el libro más famoso de Friedman.
Cuando con ayuda de EEUU los militares chilenos derrocaron el gobierno de Salvador Allende, recuerda Klein, lo que se puso en práctica fueron las ideas de Friedman.
Se secuestraba gente, se las llevaba al estadio, los tanques aterrorizaban las calles, noches con toques de queda; mientras un grupo de economistas chilenos, que habían sido totalmente becados por EEUU y llevados a la Universidad de Chicago, pusieron en marcha ‘El Ladrillo’ un documento que contenía el programa económico para Pinochet, quien lo tuvo en su mesa el 12 de septiembre de 1973.
Fue todo un programa ideológico, mientras el pueblo era paralelamente sometido.
Chile fue un laboratorio, un lugar de experimento.
Eso ningún gobierno lo puede hacer en EEUU porque no gana nunca más una elección.
Dice la autora que lo ocurrió con Chile, ahora pasa en Irak.
Ante una crisis manufacturada, la imposición posterior de una terapia de choque económico radical.
Si se produce un terremoto, primero se militariza la zona. Luego el estado no tiene fondos para construir las escuelas que derribó o deterioró la catástrofe, entonces aparecen empresas dispuesta a reconstruirla y la educación se privatiza a partir de ese momento.
Esto es no es coincidencia.
Cuando murió Pinochet se habló mal de las violaciones de los derechos humanos, pero se hacía incapie en que ‘la economía fue sensacional’.
Como si el libre mercado no hubiese entrado en Latinoamérica por vía de la represión, comenta Klein.
No se puede imponer aquello que la sociedad no quiere si no es a partir de un choque.
Choque corporal. Choque con la gente, choque económico. Todo por la fuerza.
Lo que Naomí Klein intenta contar en este libro es aquella ideología, que ahora ha dado un paso más, el de la violencia, el choque.
Durísimos golpes que deben usar para imponer políticas que son rechazadas por la mayoría de los pueblos.
Tanto el libro como el video, no se limitan sólo a la denuncia, al desarrollo y demostración de la teoría, sino que Klein propone como elemento de resistencia la información.
Saber lo que ocurre y cómo, para poder generar pensamiento y acción a favor de la vida.
Manuel Rivas, editorialista del diario ‘El país’ de Madrid, subraya que un gran estadista deja en herencia a su país un depósito de esperanza.
Aznar no fue un estadista ¿porqué su sombra sigue proyectándose?
Por su doctrinarismo shock.
Tenía el don genuino de popularizar el abismo, el desastre.
Termina con una broma que pinta la situación.
‘El café ¿va con shock o sin shock? pregunta el camarero.
‘Póngamelo sin café’.
Lo que tiene de malo esta doctrina es que la gente se acostumbra al shock.
Lo incorpora como si fuera algo natural.
Vuelvo a recordar la frase de Yupanqui ‘yo masco antes de tragar’.
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Naomí Klein vino a la Argentina hace unos años.
Hizo un documental sobre las fábricas recuperadas. Estuvo en el Parque Industrial de Neuquén con los obreros de Zanón.
TV3 España. / Democracia Now. / Diario ‘El País’. Madrid. España.
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