Olga Orozco

Periodista: ¿Su poesía se nutre del amor en su plenitud o de la ausencia?
Olga Orozco: ‘Boca que besa no canta.
La dicha se basta en sí misma, no necesita de palabras.
Mis poemas de amor son a la ausencia’

*** *** ***

Nació el 17 de marzo de 1920 en Toay, La Pampa.
De su padre siciliano, Carmelo Gugliotta, tomó el amor al campo y a los bosques.
De su madre Cecilia, oriunda de San Luis, el apellido.
Guarda mucha memoria de los años vividos en el campo.

Se aficionó al mar cuando llegó, a los 8 años, a Bahía Blanca.
Los paisajes marinos pueblan gran parte de su poesía.
Allí su abuela, María Laureana, le contaba cuentos o una historia distinta cada día.
María había nacido en la mitad del siglo XIX y había presenciado malones. Un prima suya, Lucia, rubia y de ojos celestes como ella, vivió cautiva en una toldería 15 años, hasta que pudo escapar.

Otro personaje que entra tempranamente en su vida es la sombrerera Teresa que le enseño los arcanos del Tarot. Y Olguita supo de reyes y de locos.
Magia, videncia, astrología, cartomancia, onirismo, talismanes, recorren los versos de ‘Juegos peligrosos’ que se publicó en 1962.

Decía que había comenzado a escribir poemas antes de saber escribir.
‘Le pedía a mi madre que anotara lo que yo le decía. Ella las guardó. Cuando yo cumplí quince años ella me las dio a leer. Lamentablemente las quemé. Ahora me gustaría verlas’ dijo en una entrevista a la Revista ‘Ñ’ un año antes de su muerte.

A los 15 se trasladó a Buenos Aires.
Se recibió de maestra.
En la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA conoció a Daniel Devoto, Eduardo Bosco, Alberto Guirri.
Trabó amistad con Norah Lange y Oliverio Girondo.

En 1940 colabora en la Revista ‘Canto’ que nucleaba al grupo de poetas de la ‘Generación del 40’.
El grupo puso a Olga en el camino por donde transitaba el neorromanticismo con chispazos de surrealismo, aunque ella no terminaba por identificarse plenamente con ninguna escuela.
‘Tuve cercanías. Nunca he hecho asociación libre ni escritura automática’.

Trabajó en Radio Municipal haciendo comentarios de teatro clásico español y argentino.
Fue actriz de radionovela entre 1947 y 1954.
Tenía una voz grave, lo que le permitía papeles de bruja, mala, o madre rigurosa.
En Radio Splendid integró la compañía de Nidia Reynal.
Fue redactora de la revista ‘Claudia’.

Su primer libro ‘Desde lejos’ es de 1946. Incluye poemas predominantemente evocativos, como casi toda su obra, en un intento de recuperar seres y objetos de su infancia en el campo. Un tiempo mítico.
‘Puertas que no recuerdo ni recuerdan
Regresan, convocadas quien sabe porque ráfagas fieles,
Con el verdor antiguo de unas manos gastadas en soledad y olvido’

En 1952 aparece ’Las muertes’. Un tema recurrente en ella.
El libro contiene diecisiete poemas, que son diecisiete epitafios.

‘Yo, Olga Orozco, digo a todos que muero,
De mi estadía quedan las magias y los ritos,
Unas fechas gastadas por el soplo de un despiadado amor’

Estaba tentada a violentar el tiempo. ‘El tiempo es el que te deteriora y te mata’

Reconocía influencias en su poesía de San Juan de la Cruz, Rimbaud, Baudelaire, Rilke.

En 1990 falleció su esposo, el arquitecto Valerio Peluffo, luego de 25 años de matrimonio, lo que le produjo un gran dolor.
En 1999 declaró ‘yo asimilo muy poco las muertes, sigo sufriendo como si fueran actuales. Aunque he aprendido a convivir con la ausencia como si fuera una presencia. Es igual que si hubiera sido ayer. Eso sucede con mi marido’.
Aseguraban que poco antes de su propia muerte, aun estaba herida por la muerte de Valerio.
Se le notaba la tristeza en sus ojos verdes-caribe.

Viajó por todos los países de América hispana y visitó España, Italia, Francia y Suiza.
Olga Orozco leía muy bien, poseía una inteligencia sutil, sabía explayarse con lirismo y ternura; por lo que sus recitales de poesía resultaban siempre muy atractivos.

Falleció a los 79 años, el 15 de agosto de 1999, en el sanatorio Anchorena de la Capital, donde estuvo internada dos meses, sometidas a varias operaciones.
No trascendieron sus problemas de salud.
Siendo una de las grandes poetas latinoamericanas, siempre optó por el perfil bajo.

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Seguiremos hablando de Olga.
Les contaré sobre sus obras, sus premios, su casa en Toay, algo de Córtazar recomendándola, algunos puntos de vista de ella sobre la poesía.

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