Albert Camus

Armando Tejada Gómez, poeta mendocino, colocaba la docencia en el plano más alto.
Si uno estudia solo –decía- parte de cero; si se tiene un maestro parte de él.

Camus tuvo un maestro, Louis Germain, que juzgaba a todos los chicos por igual, por pobres que fueran. Todos eran dignos de descubrir el mundo.

Fernando Savater destaca lo importante que es educar contra el destino.

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Albet Camus nació el 7 de noviembre de 1913.
Provenía de una familia de emigrantes que se instaló en Argelia, colonia francesa en el África. Se crió con una abuela y una madre analfabetas.
Completó sus estudios primarios en la escuela de su barrio de Belcourt.
Su padre fue uno de los muchos colonos que se embarcaron, engañados por el gobierno francés, en busca de El Dorado.
Su progenitor había nacido en un orfanato. Se casó con una española. Al año de haber nacido Albert, el padre fue convocado por Francia para ir al frente en la Primera Guerra Mundial. La esquirla de un obus terminó con su vida en Marruecos.
‘De mi padre sólo subsiste un recuerdo impalpable como las cenizas de un ala de mariposa quemada en el incendio de un bosque’
Para elaborar este escrito tengo aquí sobre la mesa de la computadora ‘El primer hombre’, libro en el que Camus estaba trabajando cuando lo sorprendió la muerte.
Se lo dedica a su padre. ‘A ti que nunca podrás leer este libro’.
Dicho lo expuesto se desprende que el primer hombre de su familia era el propio Albert.
Sobre el final del libro vuelve a su padre y anota ‘Cuando lo convocaron, mi padre nunca había visto Francia. Lo vio y lo mataron. Lo que una humilde familia como la mía dio a Francia’

El barrio de Belcourt era lúgubre, rodeado de montañas azules, cegado por el sol africano y envuelvo por el polvo de la sequedad. Y algo peor: olvidados. Viviendo en una memoria en sombras.
‘Los pobres no tiene referencias importantes en el tiempo, inmersos en una vida uniforme y gris. El tiempo perdido sólo lo pueden recuperar los ricos’.
Es como si la historia de los hombres ‘en aquella vieja tierra dejara tan pocas huellas que el sol argelino las evaporaba tan rápido como se secaban los oueds’.
Los oueds son riachos que se forman con las pocas lluvias existentes.
Es que la pobreza –dice Camus- hace de los hombres seres sin nombres, sin pasado, que al final los devuelve al tropel de muertos anónimos y desaparecen para siempre.
Camus desentierra sus propias raíces.
Cuenta que encontró la tumba de su padre cuando tenía 40 años. Su padre había muerto a los 29. Un sacudimiento físico le recorrió el cuerpo.
Saca a luz regiones que la historia no muestra. La historia se ata y se desata sobre una base de olvido. Ocultos por la historia oficial hay seres anónimos que luchan por sobrevivir, que están haciendo el mundo y que luchan hasta que se confunden con la naturaleza y quedan definitivamente enterrados en el olvido.
Camus al escribir sobre esa injusticia histórica se convierte en un escritor rebelde.
‘El primer hombre’ es un libro de indagación personal, en donde a través de la escuela el pequeño Camus pasa de una familia analfabeta al descubrimiento de la cultura culta.
No reniega de su infancia. ‘He sentido y siento todavía mi nobleza. Ante mi madre, siento que pertenezco a una raza noble: la que no envidia nada’.
El maestro Louis no se dedicaba sólo a enseñarle el programa escolar sino que lo acogía en su vida personal. No le imponía sus ideas, les exponía sus puntos de vista. Siendo republicano nunca le influyó negativamente, nada en contra de lo que podía ser en los niños una libre elección.
Camus cuenta que mientras estudiaba catecismo para tomar la primera comunión, recibió una soberana bofetada del cura catequista. No lloró. Agrega que durante toda su vida la bondad y el amor lo hicieron llorar, nunca el mal o la persecución, que por el contrario fortalecieron su alma.
El maestro Germain le consiguió una beca para que pudiera continuar el secundario.
El magisterio (Liceo) marcó aun más las diferencias entre su hogar y la escuela. Ahora siente su situación de inferioridad. El Liceo era un lugar de etiqueta donde el pobre se nota que está mal vestido. Su falta de ejercicio mundano mostraba la ausencia de urbanidad.
Le llamaba la atención la cantidad de fotos que había en las casas de sus compañeros. Todo eso era historia. El único recuerdo del pasado que había en su hogar era una esquirla de obus guardada en un cajita de biscocho dentro un armario.
Los jueves era el día en que se podía retirar libros de la biblioteca municipal.
Devoraba los libros a la edad en que otros niños jugaban.
No es de extrañar que el resultado haya sido la fascinación por la literatura.
Por aquel tiempo al gobierno le interesaba la educación de su propia sociedad.
Camus nacido en una villa marginal de una colonia alejada de Francia, llegó a ser escritor y premio Nobel de Literatura en 1957.
Fue periodista combativo, disidentes de las ortodoxias de su tiempo, polemista incansable, escribió libros fundamentales como ‘La Peste’, ‘El Extranjero’, ‘El mito de Sísifo’, ‘Cartas a un amigo alemán’.
Murió prematuramente el 4 de enero de 1960 en un accidente automovilístico.
Unos días antes había dicho a un periodista ‘Mi obra aún no ha comenzado’.

(Sobre el libro ‘El primer hombre’- Albert Camus – Tusquets Editores – Barcelona. 2001 y un texto ‘Escuela y subjetividad’ de Fernando Alvarez Uría, que no se como llego a mis manos)

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Cine
Luchino Visconti filmó ‘El extranjero’ en 1967.
Luis Puenzo dirigió ‘La peste’ en 1992, con William Hurt, Raúl Juliá, Robert Duball, Lautaro Murúa, China Zorrilla.

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En 1957 en oportunidad de recibir el Premio Nobel de Literatura, Camus le escribió una carta a su viejo maestro Louis Germain.
Mañana se las dejo en la página.




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