Rubén Darío
No doy, no encuentro, un pen drive donde almacené varios escritos para este blog.
‘minicaragua.com’
‘Miradas’-Juan Gelman-Editorial Seix Barral-Buenos Aires 2005
Entre esos apuntes tenía preparado una crónica sobre Rubén Darío, que me llevó su tiempo porque es mucho lo que hay que decir del nicaragüense.
El tamaño de los pen drive los hace ligeramente trasportable, pero ante el más mínimo descuido su dimensión la hace fácilmente sustraible por manos cleptómanas.
Borges solía decir que lo pequeño es susceptible de robo, lo grande no lo es. Concluía: es imposible usurpar la Teoría de la Relatividad.
Así que, de urgencia, haré un resumen de aquel escrito.
En el lejano colegio secundario descubrimos que Darío fue el escritor que coronó la primera escuela nacida en América que influyó en la lengua española: el Modernismo.
Rubén Darío nació como Félix Rubén García Sarmiento el 18 de enero de 1867 en Metapa (hoy Ciudad Darío), Nicaragua.
Hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento. Un matrimonio lleno de desavenencias, que terminó separándose y dejando al pequeño Rubén en la casa unos tíos abuelos de Rosa, a quienes el niño tomó como padres. A su verdadero padre, amante de alcohol y prostitutas, lo llamaba tío Manuel; a su madre la vio muy de tarde en tarde.
Su infancia transcurrió en León, una ciudad llena de cúpulas, casa fortalezas, de leyendas, de ‘aparecidos’, caballos desbocados, historias de ánimas.
Fue un niño prodigio. Aprendió a leer a los tres años.
A los diez descubrió ‘El Quijote’, ‘Las mil y una noche’, a Cicerón, a Madame Stael.
Escribía poemas de muy chico. Publica sus primeros trabajos a los trece años. Se hizo fama de ‘niño poeta’.
‘Nunca aprendí a hacer versos. En mí era orgánico, natural’.
En tan temprana edad se adivina sin embargo un pensamiento libertario.
Políticos liberales lo llevan a Managua para que el gobierno lo apoye a fin de perfeccionarse en Europa. El presidente del Congreso, un antiguo conservador, le niega la beca por considerar que sus versos atentan contra la iglesia.
Viaja a El Salvador, donde lee en el Centenario del nacimiento del Bolívar su poema ‘Al libertador Bolívar’.
En 1886 Darío está en Valparaíso. Con ayuda del poeta Pedro Balmaceda Toro, hijo del Presidente de la nación, aparece su primer libro, ‘Abrojos’.
Dos años después, y también en aquella ciudad, se publicó ‘Azul’, punto de inicio del Modernismo.
En 1890 se casa con Rafaela Contreras.
En 1892 el gobierno de Nicaragua lo nombra secretario de la delegación de su país a España por el IV centenario del descubrimiento de América.
En enero de 1893 muere su esposa.
Darío, que siempre fue afecto al alcohol, comienza a beber desaforadamente.
Ese mismo año se casó con Rosario Murillo, la ‘garza mora’ de su poema.
En 1896 está en Buenos Aires como cónsul colombiano. En la capital argentina se publican ‘Los raros’ y ‘Prosas profanas y otros poemas’ que se considera la consagración definitiva del Modernismo literario en nuestra lengua.
Por encargo del diario ‘La Nación’ viaja a España y Francia.
En París conoce a Antonio Machado, quien se declara admirador de la obra de Darío.
En 1905 y con el apoyo de Juan Ramón Jiménez edita ‘Cantos de vida y esperanza’.
Por pedido el diario la Nación’ escribe ‘Canto a la Argentina’.
Era la época en que su alcoholismo le traía permanentes problemas de salud, incluso intentos de suicidios.
En 1910 viaja a México integrando la delegación de su país, por el Centenario de la independencia del país azteca. El dictador Porfirio Díaz se niega a recibirlo por sugerencia de la diplomacia norteamericana.
En 1912, la Revista ‘Caras y Caretas’, de Buenos Aires, le solicita una autobiografía y escribe ‘La vida de Rubén Darío escrita por él mismo’.
Cuando estalla la Primera Guerra Mundial estaba en París, retorna a Nicaragua para ‘defender el pacifismo de las naciones americanas’.
En 1915 viaja invitado a la Universidad de Columbia, luego a Guatemala y retorna a Managua. Los viajes terminan por deteriorar su salud.
La dispomanía es cada vez mayor.
Entra al quirófano en enero de 1916.
Finalmente expira a las diez y cuarto de la noche del 6 de febrero de 1916.
Tuvo el reconocimiento de Federico García Lorca, Pablo Neruda y Octavio Paz.
En la primera etapa de su producción literaria quiso ser vistoso y fue más bien superficial.
El pensamiento liberal de sus años mozos que no aparecía en sus nacientes poemas, trocó con el tiempo en pluma revolucionaria.
Su pasión latinoamericana se trasluce en las crónicas que escribió desde España, como enviado especial del diario ‘La Nación’, en la guerra hispano-estadounidense, en que vence EEUU, perdiendo España las posesiones de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
En algunos poemas de ‘Azul’ aparece su anticapitalismo anglosajón.
Impulsado por la diplomacia norteamericana se produce un enfrentamiento por cuestiones limítrofes entre Nicaragua y Honduras.
‘No puedo, no quiero estar de parte de esos búfalos de dientes de plata’
Darío entiende que ‘ellos son aborrecedores de la sangre latina’ por tanto ‘son enemigos míos’.
Es en los viajes a Europa, y con esa mirada lejana a su tierra, donde surge su latinidad.
Sintió en carne propia la invasión yanqui cuando Roosevelt atacó su país para hacer en Nicaragua un canal que uniera los océanos Pacífico y Atlántico. Denunció el método imperialista norteamericano y la complicidad entreguista de la oligarquía de Nicaragua.
Sabemos que Sandino resistió a los marines y EEUU terminó haciendo su canal en Panamá.
Le dijo ¡no! al entonces presidente norteamericano en su oda ‘A Roosevelt’.
Este es el costado en que, para mí, el hombre hace aun más grande al poeta que escribió ‘bajo el ala aleve de un leve abanico’ sobre valses, cisnes y princesas.
El tamaño de los pen drive los hace ligeramente trasportable, pero ante el más mínimo descuido su dimensión la hace fácilmente sustraible por manos cleptómanas.
Borges solía decir que lo pequeño es susceptible de robo, lo grande no lo es. Concluía: es imposible usurpar la Teoría de la Relatividad.
*** *** ***
Así que, de urgencia, haré un resumen de aquel escrito.
En el lejano colegio secundario descubrimos que Darío fue el escritor que coronó la primera escuela nacida en América que influyó en la lengua española: el Modernismo.
Rubén Darío nació como Félix Rubén García Sarmiento el 18 de enero de 1867 en Metapa (hoy Ciudad Darío), Nicaragua.
Hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento. Un matrimonio lleno de desavenencias, que terminó separándose y dejando al pequeño Rubén en la casa unos tíos abuelos de Rosa, a quienes el niño tomó como padres. A su verdadero padre, amante de alcohol y prostitutas, lo llamaba tío Manuel; a su madre la vio muy de tarde en tarde.
Su infancia transcurrió en León, una ciudad llena de cúpulas, casa fortalezas, de leyendas, de ‘aparecidos’, caballos desbocados, historias de ánimas.
Fue un niño prodigio. Aprendió a leer a los tres años.
A los diez descubrió ‘El Quijote’, ‘Las mil y una noche’, a Cicerón, a Madame Stael.
Escribía poemas de muy chico. Publica sus primeros trabajos a los trece años. Se hizo fama de ‘niño poeta’.
‘Nunca aprendí a hacer versos. En mí era orgánico, natural’.
En tan temprana edad se adivina sin embargo un pensamiento libertario.
Políticos liberales lo llevan a Managua para que el gobierno lo apoye a fin de perfeccionarse en Europa. El presidente del Congreso, un antiguo conservador, le niega la beca por considerar que sus versos atentan contra la iglesia.
Viaja a El Salvador, donde lee en el Centenario del nacimiento del Bolívar su poema ‘Al libertador Bolívar’.
En 1886 Darío está en Valparaíso. Con ayuda del poeta Pedro Balmaceda Toro, hijo del Presidente de la nación, aparece su primer libro, ‘Abrojos’.
Dos años después, y también en aquella ciudad, se publicó ‘Azul’, punto de inicio del Modernismo.
En 1890 se casa con Rafaela Contreras.
En 1892 el gobierno de Nicaragua lo nombra secretario de la delegación de su país a España por el IV centenario del descubrimiento de América.
En enero de 1893 muere su esposa.
Darío, que siempre fue afecto al alcohol, comienza a beber desaforadamente.
Ese mismo año se casó con Rosario Murillo, la ‘garza mora’ de su poema.
En 1896 está en Buenos Aires como cónsul colombiano. En la capital argentina se publican ‘Los raros’ y ‘Prosas profanas y otros poemas’ que se considera la consagración definitiva del Modernismo literario en nuestra lengua.
Por encargo del diario ‘La Nación’ viaja a España y Francia.
En París conoce a Antonio Machado, quien se declara admirador de la obra de Darío.
En 1905 y con el apoyo de Juan Ramón Jiménez edita ‘Cantos de vida y esperanza’.
Por pedido el diario la Nación’ escribe ‘Canto a la Argentina’.
Era la época en que su alcoholismo le traía permanentes problemas de salud, incluso intentos de suicidios.
En 1910 viaja a México integrando la delegación de su país, por el Centenario de la independencia del país azteca. El dictador Porfirio Díaz se niega a recibirlo por sugerencia de la diplomacia norteamericana.
En 1912, la Revista ‘Caras y Caretas’, de Buenos Aires, le solicita una autobiografía y escribe ‘La vida de Rubén Darío escrita por él mismo’.
Cuando estalla la Primera Guerra Mundial estaba en París, retorna a Nicaragua para ‘defender el pacifismo de las naciones americanas’.
En 1915 viaja invitado a la Universidad de Columbia, luego a Guatemala y retorna a Managua. Los viajes terminan por deteriorar su salud.
La dispomanía es cada vez mayor.
Entra al quirófano en enero de 1916.
Finalmente expira a las diez y cuarto de la noche del 6 de febrero de 1916.
Tuvo el reconocimiento de Federico García Lorca, Pablo Neruda y Octavio Paz.
*** *** ***
En la primera etapa de su producción literaria quiso ser vistoso y fue más bien superficial.
El pensamiento liberal de sus años mozos que no aparecía en sus nacientes poemas, trocó con el tiempo en pluma revolucionaria.
Su pasión latinoamericana se trasluce en las crónicas que escribió desde España, como enviado especial del diario ‘La Nación’, en la guerra hispano-estadounidense, en que vence EEUU, perdiendo España las posesiones de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
En algunos poemas de ‘Azul’ aparece su anticapitalismo anglosajón.
Impulsado por la diplomacia norteamericana se produce un enfrentamiento por cuestiones limítrofes entre Nicaragua y Honduras.
‘No puedo, no quiero estar de parte de esos búfalos de dientes de plata’
Darío entiende que ‘ellos son aborrecedores de la sangre latina’ por tanto ‘son enemigos míos’.
Es en los viajes a Europa, y con esa mirada lejana a su tierra, donde surge su latinidad.
Sintió en carne propia la invasión yanqui cuando Roosevelt atacó su país para hacer en Nicaragua un canal que uniera los océanos Pacífico y Atlántico. Denunció el método imperialista norteamericano y la complicidad entreguista de la oligarquía de Nicaragua.
Sabemos que Sandino resistió a los marines y EEUU terminó haciendo su canal en Panamá.
‘Eres los Estados Unidos,
Eres el invasor
De la América ingenua que tiene sangre indígena,
Que aun reza a Jesucristo y aun habla en español’
Eres el invasor
De la América ingenua que tiene sangre indígena,
Que aun reza a Jesucristo y aun habla en español’
Le dijo ¡no! al entonces presidente norteamericano en su oda ‘A Roosevelt’.
‘Crees que la vida es incendio,
Crees que el progreso es erupción,
Que en donde pones la bala
El porvenir pones. No.’
Finalmente preguntaba, hace casi un siglo atrás, a los latinoamericanosCrees que el progreso es erupción,
Que en donde pones la bala
El porvenir pones. No.’
'¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?,
¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?
¿Ya no hay nobles hidalgo ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora para llorar después?
¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?
¿Ya no hay nobles hidalgo ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora para llorar después?
Este es el costado en que, para mí, el hombre hace aun más grande al poeta que escribió ‘bajo el ala aleve de un leve abanico’ sobre valses, cisnes y princesas.
‘minicaragua.com’
‘Miradas’-Juan Gelman-Editorial Seix Barral-Buenos Aires 2005
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