Macedonio Fernández

Eduardo Vazquez Trujillo, admirador de Macedonio, compró en 1991 el departamento semiderruido en que el escritor vivió sus últimos años, en avenida Las Heras 4015, planta baja ‘A’ de Capital.
Más el tributo que ha querido rendirle a este ‘hombre mágico dedicado a la aventura de pensar’ ha estado lleno de contratiempos.
Infinitas visitas lo llevaron al Centro de Gestión y Participación para tratar de obtener que en el edificio se coloque una placa. No lo consiguió.
Luego le prometieron que la casa sería incluida en un recorrido turístico. Tampoco cumplieron.
Instaló una placa a su costa. Al consorcio no le gustó. Ahora está en juicio por la placa.

Como contrapartida turistas franceses, holandeses y alemanes llegan hasta la casa para conocerla, porque saben más de Macedonio que muchos argentinos.

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Macedonio Fernández nació en Buenos Aires el 1 de junio de 1874.
En 1898 recibió su título de abogado.
El año anterior la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires le había otorgado el título de doctor en jurisprudencia por un trabajo suyo, que nunca fue editado.
Fue por algunos años Fiscal de un Juzgado Letrado de Posadas.
En 1920 muere su esposa. Retorna a Buenos Aires. Abandona la profesión de abogado.
Inicia un itinerario por grises pensiones de la ciudad, para señalar lo innecesario de los bienes que la mayor parte de la sociedad considera imprescindible.
Detestaba todo aparato erudito, que consideraba una forma de distraer el pensamiento propio.
Ocultó siempre su notoria inteligencia.
Pensar era una de sus fervientes actividades. Lo prefería a la literatura.
Publicar no le quitaba el sueño.
Tal vez por ello en cada mudanza quedaba atrás una enorme cantidad de manuscritos.
Cuando se lo recriminaban, contestaba ‘¿Vos crees que a mí se me ocurren tantas cosas? A mí siempre se me están ocurriendo las mismas cosas, no puedo perder nada’.

De todas sus obras llegó a publicar un solo libro, en 1928: ‘No toda es vigilia la de los ojos abiertos’
El resto de la producción fue editada por sus amigos: ‘Papeles de recienvenido’ (1930), ‘Una novela que comienza’ (1940), ‘Continuación de la nada’ (1945).
Su hijo Adolfo publicó póstumamente ‘Poemas’ (1953), ‘Museo de la novela eterna’ (1967), ‘Cuadernos de todo y nada’ (1972) y ‘Adriana de Buenos Aires’ (1974).

En 1921 Borges regresa de Europa y redescubre a Macedonio, que había sido amigo de su padre, Jorge Guillermo Borges.
Dirá que Macedonio fue uno de sus maestros.

A sus escritos interponía notas al pie, digresiones, paréntesis.
Quebraba constantemente el hilo narrativo para atraer la atención.
Consideraba que la escritura como la música escuchada con desatención se graba más.
Esa confusión, con sus reflexiones, sus bromas, sus historias de amor, constituyen como dijo Scalabrini Ortiz ‘una biblia esotérica del espíritu porteño’.

Macedonio Fernández, escritor de novelas, cuentos, poemas, artículos periodísticos, ensayos filosóficos, falleció el 10 de febrero de 1952 en Buenos Aires.

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‘Creía Yo’
Macedonio Fernández

No a todo alcanza Amor, pues no puedo
Romper el gajo con que Muerte toca.
Más poco Muerte puede
Si en corazón de Amor su miedo muere.
Más poco Muerte puede, pues no puede
Entrar su miedo en pecho donde Amor.
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.




‘Historia de la literatura argentina’-Tomo II-Colegio Nacional-Universidad Nacional Buenos Aires.
Diario ‘La Nación’-Buenos Aires.05.02.03.
Wikipedia.

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