Un cerebro que quedará en la memoria

Henry Molaison, falleció el 02 de diciembre del año pasado. Tenía 82 años.
Fue, quizás, el paciente más famoso en la historia de la neurología.
Se lo identifica como ‘HM’.

HM tuvo un accidente de bicicleta cuando tenía 9 años.
Le produjo ataques epilépticos que recrudecieron en las siguientes dos décadas.
No podía trabajar ni llevar una vida normal.
Un médico, en 1953, tomó una decisión tan experimental como drástica.
Lo operó y le extirpó la zona cerebral donde se encuentra el foco de la epilepsia.
HM no tuvo más epilepsia, pero con un costo muy alto: a partir de ese momento no podía generar nuevos recuerdos.
En pocos segundos se olvidaba de todo.
El médico en su operación se había llevado por delante una zona del hipocampo.
HM se acordaba de todo lo anterior.
Su tarea en el taller mecánico, el crack de 1930, la Segunda Guerra Mundial.
Conservaba una gran capacidad intelectual y un muy buen sentido del humor.
Podía mantener una conversación.
Más si algo distraía su atención no conocía a la persona que tenía enfrente.
Tenía una buena memoria a corto plazo y otro tanto a largo tiempo.
Pero no podía convertir una en la otra.
Una suerte de ‘Memento’, la película.

Suzanne Corkin, que se doctoró con una tesis sobre HM, lo visitó durante más de 40 años y cada vez que lo visitaba debía presentarse y explicarle los motivos por los cuales estaba allí.
Con los estudios realizados a HM los científicos concluyeron que hay varias memorias y que cada una se almacena en lugares distintos.
Aseguran que cuando nos detenemos a observar, digamos, una pintura, la visión del cuadro salta de la retina a la corteza visual, en la nuca.
De allí se extiende al resto de la corteza volando como una nubecilla eléctrica, que frágil y flotando llega hasta el hipocampo donde se graba en una suerte de soporte físico.
En los días siguientes el cuadro flotante parte del hipocampo nuevamente hacia la corteza (parece que esto ocurre mientras dormimos).
Sería la transferencia final.
Cuando la nubecilla no encuentra el hipocampo se disipa como humo de cigarrillo.

En 1962 los especialistas hicieron otro experimento.
Le pidieron a HM que dibujara una estrella viendo su mano reflejada en un espejo.
No es fácil.
Para él, cada vez que lo hacía era como si fuera la primera vez.
Sin embargo con los días exclamó ‘esto es muy fácil’.
Lo que se descubrió es que hay dos tipos de memoria.
La explícita, con la que recordamos imágenes, el número de DNI de nuestro cónyuge, cuales son los países que integran el lejano Oriente; y la implícita, que nos permite ir en bici o tocar el violín, aquello que adquirimos por repetición y en forma inconsciente.
La memoria explicita está controlada por el hipocampo (creo que me voy tener que hacer ver el hipocampo); y la implícita parece que se aloja en el cerebelo o en los ganglios basales, y es lo que HM mantenía intacto.

HM murió hace exactamente un año, a la 5:05 de la tarde.

La doctora Corkin no tuvo tiempo de llorar a su viejo amigo.
Se pasó esa tarde y noche escaneando la cabeza de HM con resonancia magnética.
Quieren internarse en él a ver si puede reconocer donde está el foco que produce el Alzheimer, el Parkinson y otras enfermedades.

Hoy ya existe un atlas digital de alta resolución del cerebro de HM que está críoprotegido en un laboratorio de San Diego, y ha pasado a ser más famoso que el cerebro de Einstein.



‘Apuntes científicos desde el MIT’-Madrid-septiembre 2009.

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