Matanza de Acteal

Un grupo de indígenas tzotziles se hallaba en una ermita católica de la localidad de Acteal, en la zona de los Altos de Chiapas, México.
Estaban orando por la paz pidiéndole a Dios ‘para que los problemas de la región se resolvieran’.
Algunos de ellos llevaban tres días de ayuno.

Eran alrededor de las 10,30 de la mañana del 22 de diciembre de 1997, cuando comenzaron a escucharse tiros de armas de alto calibre que venía en dirección a la capilla.
Los agresores eran un grupo paramilitar denominado ‘Máscara roja’ que habían sido llevados hasta ese pequeño poblado por camiones de la Municipalidad de Chenalhó, cuyo intendente era Jacinto Arias Cruz, del PRI, por entonces partido oficialista azteca. Hoy se sabe que los llevó a Acteal y los regresó en las últimas horas de la tarde, han dicho testimonios posteriores.
Antes de la masacre de aquella mañana, un grupo de indígenas había recibido amenazas de un grupo paramilitar, pero los nativos no dieron con el fiscal.
‘Está de vacaciones hasta el 28 de diciembre’ fue la respuesta.
Eran unos noventa hombres, vestidos de negro o azul a la usanza de la policía de Seguridad Pública, pertrechados con armas de alto calibre que dispararon sin piedad contra hombres mujeres y niños desarmados.
‘Las balas se veían como una lluvia espantosa’ diría un testigo del juicio.
Los campesinos intentaron huir y esconderse en distintos lugares, en dirección al arroyo o a las malezas cercanas, pero siempre daban con otro grupo paramilitar.

Asesinaron 45 indígenas de esa comunidad chiapaneca.

¿Qué pretendía el poder con quitarle la vida a gente inocente?
Intimidar a las comunidades indígenas para que no adhieran al Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
En la búsqueda de testimonios de las personas que quedaron vivas encontré algunas, incluso de niños. No las subo porque son atroces.
Ustedes son lo suficientemente inteligentes para imaginar una matanza de gente indefensa.

Final I.
Hubo juicio.
Se acusaron 86 personas por la masacre.
Culparon a los propios habitantes del poblado de Acteal, por lo que muchos indígenas fueron a parar a la cárcel de Cerro Hueco.
Es decir los asesinatos continuaron, porque varios de ellos murieron en la prisión.

Final II.
El 12 de agosto de este año, la Suprema Corte de Justicia de México, dejó en libertad a 22 paramilitares que integraban el grupo agresor y que por insistentes reclamos populares habían sido encarcelados.
Estaban presos por ‘posesión ilegal de armas’ porque nunca la justicia pudo determinar quien había disparado las armas.
Se estima que liberarán algunos más.
Las poblaciones indígenas del estado de Chiapas están otra vez atemorizadas porque puede resurgir la violencia en la región ya que los paramilitares han salido fortalecidos.

*** *** ***
El escritor José Saramago contó que viajó con Pilar (su esposa española) a Acteal, poco después de la matanza.
‘Allí lloramos con algunos de los sobrevivientes, vimos las señales de las balas en las paredes de la capilla, nos asomamos a una cavidad de la ladera donde unas cuantas madres intentaban esconder a su hijos, fueron masacrados a golpe de machete y tiros a quemarropa tanto las mujeres como los niños’.
Enterado que la máxima autoridad Judicial de México puso en libertad a miembros de ‘Máscara roja’ comentó ‘que el problema de la justicia no es la justicia, sino lo jueces. Acteal es una prueba más’.

*** *** ***

Mario Benedetti dedicó al pueblo mexicano este poema.

Chiapas’

Creyeron que era solo una intentona
De fundar una patria más honesta
A la inmóvil penuria de la zona

Así y todo la selva Lancandona
Arrancó a los señores de su fiesta
Cuando acababan de doblar su apuesta
Junto al viejo tahúr que no perdona

Un desmadre sin par pero es noticia
Y en su lucha frontal contra el olvido
En su indígena afán por la justicia

Esa guerrilla en paz ha divido
La historia mexicana en dos etapas
Antes de Chiapas y después de Chispas.

*** *** ***

Ismael Serrano estrenó en marzo de 1995 un CD que llamó ‘Atrapados en azul’. En ese trabajo el español incluyó este tema.

México insurgente’

En el estado de Chiapas, muy cerca de Guatemala,
las masas de campesinos se han levantado en armas.
El Subcomandante Marcos se llama aquel que les manda,
y lucha junto a los indios para liberar la patria.

Los milicos le persiguen y quisieran que acabara
como aquel héroe del pueblo, comandante Che Guevara.
El primer día de enero bajaron de las montañas,
guerrilleros zapatistas para lanzar sus proclamas.

Piden tierra y libertad, como Emiliano Zapata,
y a lomos de su caballo toda América cabalga.
Los hijos de mil derrotas, y su sangre derramada,
van a reescribir la historia, y han empezado por Chiapas.

Piden tierra y libertad, como Emiliano Zapata,
y declaran este estado zona revolucionaria.
Mejor que morirse de hambre es pelear con dignidad,
y que sirva cada bala para defender la paz.

Vivan los héroes de Chiapas y el Subcomandante Marcos,
que vivan Villa y Zapata, y que caigan los tiranos.

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