Raúl Gonzalez Tuñón

En Orihuela, ya están trabajando en vista del centenario del nacimiento de Miguel Hernández, que se cumplen, como les dije, el año que viene.

La Fundación ‘Miguel Hernández’ organizó este año una charla en el antiguo casino en el que Hernández leyó sus poemas en 1933.
Allí cerca está la humilde casa paterna del poeta, hoy convertida en museo.
En la ocasión el poeta Antonio Requeni, miembro de la Academia Argentina de Letras evocó el poema que Hernández le escribió a nuestro compatriota Raúl González Tuñón.

Raúl, si el cielo azul se constelara
sobre sus cinco cielos de raúles
a la revolución sus cinco azules
como cinco banderas entregara.
Hombres como tú eres, pido para
amontonar la muerte de gandules,
cuando tú como el rayo gesticules
y como el rayo al rayo des la cara.
Enarbolado estás como el martillo,
enarbolado truenas y protestas,
enarbolado te alzas a diario
y a los obreros de metal sencillo
invitas a estampar en turbias testas
relámpagos de fuego sanguinario.

Raúl González Tuñón nació en Buenos el 29 de marzo de 1905 y falleció en la misma ciudad el 24 de agosto de 1974.
Fue poeta, periodista e incansable viajero, lo que le permitió dejar poesías, ensayos, y crónicas de viaje.
Su obra se enmarca en las vanguardias de principio del siglo pasado y fue una gran influencia en España de los posteriormente llamados ‘Poetas de la Guerra Civil Española’.
Fue un intelectual políticamente comprometido.
El inicio de la Guerra Civil Española lo halla en España.
Escribió mucho sobre aquella herida de la Madre Patria.
Dejo aquí un poema que González Tuñón dedicó a Aída Lafuente muerta en la cuenca minera de Asturias.

Aida Lafuente, murió heroicamente el 13 de octubre de 1934 en inmediaciones de la Iglesia San Pedro de los Arcos de Oviedo.
Aída era una militante libertaria asturiana de tan sólo 19 años.
Aquel día estaba intentando, casi en solitario, frenar el ingreso de tropas del General Franco a Oviedo.
Se cuenta que logró detenerlo por varias horas, hasta que fue muerta.
Los oficiales buscando documentación, la desnudaron, luego la arrojaron a una fosa común.
Su ropa, perforada por las balas, estaba manchada de barro y roja de su propia sangre.
Unos vecinos recogieron sus vestidos, los lavaron y se los entregaron a la madre de Aída.
Una estatua rememora su gesta en el lugar que cayó luchando.

‘La Libertaria’
Raúl González Tuñón

Estaba toda manchada de sangre,
estaba toda matando a los guardias,
estaba toda manchada de barro,
estaba toda manchada de cielo,
estaba toda manchada de España.

Ven catalán jornalero a su entierro,
ven campesino andaluz a su entierro,
ven a su entierro yuntero extremeño,
ven a su entierro pescador gallego,
ven leñador vizcaíno a su entierro,
ven labrador castellano a su entierro.
No dejen solo al minero asturiano.

Ven porque estaba manchada de España,
ven porque era la novia de octubre,
ven porque era la rosa de octubre,
ven porque era la novia de España.

No dejéis sola su tumba del campo
donde se mezcla el carbón y la sangre.
Florezca siempre la flor de su sangre
sobre su cuerpo vestido de rojo.
No dejéis sola su tumba del aire
cuando desfilan los guardias de asalto,
cuando el obispo revista las tropas,
cuando el verdugo tortura al minero.

Ella agitando su túnica roja
quiere salir de la tumba del viento
quiere salir y llamaros, hermanos,
y renovaros valor y esperanza
y recordaros la fecha de octubre,
cuando caían las frutas de acero,
y estaba toda manchada de España
y estaba toda la novia de octubre
y estaba toda la rosa de octubre
y estaba toda la madre de España.

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