Morriña del terruño

En griego ‘regreso’ se dice ‘nostos’. ‘Algos’ significa ‘sufrimiento’.
La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar.
La conclusión es de Milan Kundera en su libro ‘La ignorancia’.
‘Nostalgia’ es una palabra de origen griego que se usa en varios países de Europa.
En español se dice ‘añoranza’.
En portugués ‘saudade’.
En la mayoría de los casos significa tristeza causada por la imposibilidad de regresar a la propia tierra.
Es morriña del terruño.

Sigue Kundera.
En inglés es ‘home-sikness’.
En Alemán ‘heimweh’. En holandés, el muy parecido ‘heimwee’.
El islandés, una de las lenguas más antigua de Europa, distingue dos términos, nos apunta el escritor. ‘Söknudur’ nostalgia en general y ‘heimfra’ nostalgia del terruño.
Cuenta que los checos a la griega ‘nostalgia’ le suman un sustantivo que les es propio ‘stesk’.
De esa unión surge una las más hermosas frases de amor checa ‘styska se mi po tobe’: ‘te añoro, ya no puedo soportar el dolor de tu ausencia’.
Luego retorna al español para indicar que el verbo ‘añorar’ proviene del catalán ‘enyorar’, derivado del latino ‘ignorare’ es decir ignorar, no saber algo.
A la luz de esta etimología, la nostalgia se nos revela como el dolor por lo que ignoramos.
‘Estás lejos y no se nada de ti’.
‘Mi país queda lejos y no se nada de lo ocurre en él’.
Agrega que los franceses no tienen un verbo para la nostalgia.
Pueden llegar a decir ‘je m’ennuie de toi’. Algo así como ‘te hecho en falta’ o mejor ‘te hecho de menos’.

Termina el escritor afirmando que ‘La Odisea’ es la epopeya arquetípica de la nostalgia.
Ulises, el mayor aventurero de todos los tiempos, es también el mayor nostálgico.
Partió, no muy contento que digamos, a la guerra de Troya.
Allí estuvo diez años.
Luego le siguieron tres años de azarosas aventuras tramada por los dioses (o por Homero).
Le sucedieron siete años como amante de Calipso. Y de rehén de ella, ya que la ninfa, muy enamorada, no lo dejaba partir de la isla.
Lo que siempre quiso Ulises, en esos veinte años, fue regresar a su amada Ítaca.
‘Gozar de la luz del regreso’.
Calipso era más bella que Penélope.
Esto no es un amarillismo mío, lo dice Ulises.
‘Yo bien conozco cuán bajo de ti la discreta Penélope queda a la vista en belleza y en noble estatura’.
Ulises, sabemos, regresó a su tierra.
Atenea ‘le despejó la bruma de sus ojos’.
A él le embarga la ebriedad del regreso.
El éxtasis de lo conocido.
Abraza el viejo olivo para asegurarse que es el mismo que dejó hace veinte años.

‘Así terminaron las aventuras de Ulises, su continuo errar por tierras y mares, iniciándose para siempre una felicidad bien merecida’.

Kundera analiza, relaciona, conecta.
Ulises prefirió, a la apasionada ‘dolce vita’ (la aventura), la apoteosis de lo conocido (el regreso).
A lo infinito (ya que la aventura nunca quiere tener un final) prefirió el fin (ya que el regreso es la reconciliación con lo que la vida tiene de finito).

Cierra el capítulo dos del libro concluyendo que Homero honró la nostalgia con una corona de laureles.
Con ello instituyó un orden -una categoría- moral de los sentimientos, colocando a Penélope en el lugar más alto de la escala, muy por encima de Calipso.
Ulises pese al tono enfático de las palabras que le dirige a la ninfa coincide con Homero.



‘La ignorancia’-Milan Kundera-Tusquets Editores-Barcelona-2000.
‘Odisea’-Homero-Ediciones Altaya-Barcelona-1995.

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