José Enrique Rodó


El maestro dice:
‘Los EEUU pueden ser considerado la encarnación del verbo utilitario.
Los anglosajones no han heredado el instinto poético inglés,
sino que sólo tienen deseos de conquista y hábitos comerciales.
Los americanos sajones aspiran a la dirección de las ideas y se consideran a sí mismos los forjadores de un tipo de civilización que prevalecerá’
(‘Ariel’ - 1900)

*** *** ***

Enrique Rodó fue escritor, periodista, novelista, ensayista, maestro, profesor universitario, filósofo, político.
Ejerció tantas profesiones pedagógicas que se lo terminó conociendo como ‘Maestro de la juventud’.
En mí caso, lo que más admiro de Rodó es su americanismo.

José Enrique Camilo Rodó Piñeyro nació en Montevideo el 15 de julio de 1871.

Dicen que solía vagar por las calles de la capital uruguaya y regalarle a su interlocutor lecciones de una moral y belleza poco comunes.

‘Sólo se oía las arengas de Rodó,
nobles y candorosas’
(Mario Benedetti)

A la manera de Voltaire y Rosseau, con un amigo, Víctor Pérez Petit, solía discutir sobre distintos temas, pero a diferencia de aquellos, ellos se apreciaban, a tal punto que Rodó celebró un pacto con su amigo, para certificar que cruzaron la vida como buenos amigos: el que sobreviva hará la biografía de otro.
En 1918 Pérez Petit escribió ‘Rodó, su vida y su obra’.
El libro cuenta que Rodó provenía de una familia acomodada, que luego tuvo una grave caída económica, que su padre falleció cuando José tenía 14 años, que ello lo obligó a salir a trabajar tempranamente. Que no concluyó el bachillerato, que tenía terror de salir mal en un examen. Que en la biblioteca de su padre le había atraído ‘El iniciador’ una publicación sobre los emigrados argentinos de 1838, que admiró a José María Gutiérrez.

Rodó fue el ensayista de mayor influencia del Modernismo. Su popularidad rozó a Rubén Darío, impulsor de movimiento.
‘Ariel’ su más valido libro apareció en 1900.
Por esa época Rodó se identificaba con Florencio Sánchez, Horacio Quiroga, Delmira Agustini.
Eran tiempos en que comenzaba a crecer un orgullo de ser americano.
Cuando EEUU intervino Cuba en 1898, creció entre los latinos el sentimiento antiyanqui.
‘Ariel’ está dedicado a los jóvenes de América y avivaba la resistencia a la hegemonía estadounidense, que había tenido ya otras revelaciones como ‘A ilusâo americana’ del brasileño Eduardo Prado, o la novela ‘El problema’ del guatemalteco Máximo Soto escrita en 1899 y en la que los norteamericanos desplazan a los latinos de hispanoamérica.
‘Ariel’ tuvo una enorme repercusión continental, reivindicando nuestra cultura. Rescatando ‘Nuestra América’ como decía José Martí.
A los seguidores de ese pensamiento se los llamó ‘arielitos’ y a la posición ideológica ‘arielismo’.
En Uruguay el libro tuvo cuatro ediciones en sus primeros diez años. Se había publicado dos veces en México, una edición en Valencia, una en Santo Domingo, una en La Habana.
Para un libro americano era un éxito.
Otro ejemplo de la resonancia del libro es la creación en México del ‘Ateneo de la Juventud’, que fundó Alfonso Reyes junto José Vasconcelos y Pedro Henríquez Ureña.

Rodó fue unos de los más altos rectores que ha tenido la conciencia latinoamericana.
Su obra perdurará por el evangelio generoso y fecundo que predicó
y por la elegancia insuperable de su prosa magistral’
(Max Henríquez Ureña)

El español Miguel de Unamuno fue uno de los serios comentaristas de la obra.

No menos consagrados fueron sus libros ‘Motivos de Proteo’ de 1909, y ‘El mirador de Próspero’ de 1913.
En este último encontramos ‘El americanismo literario’ un artículo que reúne varios estudios relativos a la literatura rioplatense y que fue objeto de ponderación por parte de Emir Rodríguez Monegal.
Rodó se abocó a la coordinación de la comunicación, de la historia y de la crítica literaria de América, en un momento de aislamiento regional, de limitaciones de la crítica y la ausencia de estudios de nuestro propio pasado.

En 1908 Rafael Barrett -nacido español, fue un gran literato del Paraguay- le hizo llegar a Rodó su asombro porque en Paraguay no habían leído Ariel ‘la gran obra del primer crítico continental’.
Rodó le contestó que aun aquellos que ‘no somos socialistas, ni anarquistas, llevamos dentro del alma un fondo, más o menos consciente de protesta, de descontento, de inadaptación, contra tanta injusticia brutal, contra tanta hipocresía, contra tanta vulgaridad entronizada, entretejida en una democracia utilitarista’.

Rodó incursionó en el periodismo, en la política. Fue legislador.
Se unió a José Batlle en 1908, confiado en el programa de equidad y concordia que proponía el partido Blanco. Batlle fue presidente pero lejos quedaron las promesas electorales.
El escritor publicó ‘El trabajo obrero en el Uruguay’ donde defendía a los humildes.
Ello lo alejó del partido y el castigo disciplinario fue que, habiendo sido nombrado para viajar a Cádiz por el Centenario, le anularon el viaje a España.

Mientras llegaba otro reconocimiento del Viejo Continente.
La Academia Española de Letras lo nombró Miembro Correspondiente.

Con el inicio de la Primera Guerra Mundial la revista ‘Caras y Caretas’ lo nombra corresponsal en Europa.
Los miembros del gobierno uruguayo le hicieron todo tipo de homenaje para que la opinión pública no creyera que se iba expulsado del país por las diferencias políticas.
Virtualmente era así. Y ya no lo volverían a ver.
Anduvo por Portugal, España, Italia.
Con él iba la nefritis y la tifus.

Rodó que movilizó tanta juventud, tanta intelectualidad en todo el continente, que generó el movimiento latinoamericano de la Reforma Universitaria de 1918, estaba solo en un hospital de Palermo (Italia) cuando la muerte lo encontró el 01 de mayo de 1917.
Tenía 45 años.

Rodó goza de buena salud por cuatro buenas razones, cuatro tareas que nos deja para que la continuemos: abrir espacios al protagonismo juvenil, vitalizar el pensamiento latinoamericano, fomentar una intelectualidad con carácter continental y reformar nuestro quehacer intelectual’
(Eduardo Devés Valdés. Investigador Universidad de Santiago de Chile)




‘Grande escritores latinoamericanos’-Colegio Nacional UBA-Buenos Aires.
‘José Enrique Rodó’-María Grazia Núñez-Revista Crítica del Presente-Dic.2003.

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