Cándido López
Lo conocimos hace mucho. En los viejos manuales escolares cuando, junto a los textos de la Guerra de la Triple Alianza, aparecía una reproducción de sus alargadas pinturas donde con un verde y bello Paraguay de fondo se movía un batallón que parecían soldaditos de plomo. Se había iniciado a temprana edad, como pintor y fotógrafo retratista. Lo común de quienes abordaban la pintura en nuestro país en el siglo XIX, era que tomaran clase con algún artista europeo y luego, mediante una beca, se perfeccionaran en Italia. No fue el caso de Cándido López, quien desarrolló su carrera, fuera del circuito del arte argentino. Fue muy tardíamente correspondido. Cuando se lo mencionó en el libro ‘El arte de los argentinos’ de José León Pagano en 1940, comenzó un muy lento reconocimiento. Para los críticos, sus pinturas tenían más valor documental que artístico. En 1963, sus familiares entregaron al Museo Nacional de Bellas Artes, una colección de sus cuadros de batallas. El organismo tardó cinco