Perder no es fracasar

Se puede malograr, se puede no alcanzar la cima, sin que haya revés.
Cuando se cae derrotado con dignidad, con trabajo, con esfuerzo, con humildad; cuando se ha puesto todo el empeño en conquistar lo que se busca, aunque no se logre, no es ‘caída’.
Cuando se pierde sin ser humillado, no es menoscabo.
La selección uruguaya de fútbol, en el Mundial de Sudáfrica, mostró ser un equipo.
A partir de esa unidad, formó parte de los cuatro finalistas.
No se volvió anticipadamente de Sudáfrica.
Para llegar fueron caminando ‘pasito a pasito’ como decían ellos.
El maestro Tabares fue un estratega modesto y respetuoso.
La revista ‘Don Balón’ de España organizó una encuesta para elegir el mejor director técnico del Mundial de Sudáfrica y propuso el nombre de varios seleccionadores.
Con justicia, los lectores de diversos países (la revista tiene alcance internacional) eligieron a Tabares por algo más del 90% de los votantes.
La FIFA eligió al goleador uruguayo Diego Forlán, como el mejor jugador del Torneo, y su gol contra Alemania como el mejor del Mundial.
La selección de Uruguay no contó con sponsor de renombre, porque al mundo del negocio internacional no le interesan las selecciones menores.
Uruguay tuvo un equipo que no vale millones.
No contó entre sus veintitrés miembros, con ‘dos selecciones’.
En una publicación española leí que algunos jugadores uruguayos se pagaron parte del costo del viaje a Sudáfrica.
Alejado del ‘existismo’ el pueblo uruguayo celebró lo que su selección de fútbol obtuvo.
No hablo de fútbol.
Más bien hablo de personas, en el más amplio sentido de la palabra, por cuanto persona es quien lo es en su totalidad.
Hablo de unidad. De respeto. De humildad.
El fútbol no hace a un país. Pero, fatalmente, forma parte de él.
Esta selección uruguaya que ha reunido unas cuantas buenas cualidades humanas, debería ser un ejemplo, una lección, una enseñanza, toda vez que nos ponemos detrás de un noble objetivo.
Está visto que, más allá del triunfo de los avasalladores, de los estentóreos, es más noble (otra vez) llegar a buen puerto limpiamente, para que sea digno seguir luchando en esta vida.
***
En la jornada de clausura del Mundial, habrán visto, que con sus noventa años y con escasa movilidad, fue al estadio don Nelson Mandela, que dio la vida por el respeto, la libertad y la independencia del pueblo negro de Sudáfrica.
Mandela por su lucha contra el ‘apartheid’ estuvo preso casi treinta años, y muchos de ellos en una celda de 2,00 x 2,00 metros.
Si alguien propusiera un monumento para Mandela (que ya los tiene) no creo que la idea fuera a caer en divididos cuestionamientos.
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El pueblo y el periodismo del vecino país reconocen que la fuerza y voluntad de sus jugadores se da por su ‘garra charrúa’.
Un reconocimiento a los pueblos originarios de América, pese a las ‘historias oficiales’.

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